viernes, 11 de octubre de 2019

Estrés, Salud Mental y Salud Sexual

A propósito de conmemorarse cada 10 de octubre el Día Mundial de la Salud Mental, cabe aprovechar la ocasión para destacar algunos factores que bien como causa o como consecuencia, muestran la interdependencia entre la salud mental y la salud sexual. Es decir, la salud sexual puede verse afectada por la enfermedad mental, y a su vez, la salud mental puede verse deteriorada por los problemas sexuales.
La salud mental está relacionada con la promoción del bienestar, la prevención de los trastornos mentales y el tratamiento y rehabilitación de las personas afectadas por dichos trastornos. Comprende el realce del estado de bienestar personal e incluye el reconocimiento de la habilidad de realizarse intelectual y emocionalmente, siendo conscientes de las propias capacidades para:

  1. Afrontar el estrés normal de la vida.
  2. Trabajar de forma productiva y fructífera. 
  3. Hacer una contribución a su comunidad. 
La salud sexual está asociada con el desarrollo y disfrute de una sexualidad sana en la que reine la aptitud para disfrutar de la actividad sexual y reproductiva, amoldándose a criterios de ética social y personal, en ausencia de temores, vergüenza, culpabilidad, creencias inciertas y otros factores psicológicos que inhiban la respuesta sexual o perturben las relaciones sexuales. Al mismo tiempo, en ausencia o manejo de trastornos orgánicos, enfermedades y deficiencias que entorpezcan la actividad sexual y reproductiva. Para ello, según la Coalición Internacional para la Salud de las Mujeres, (2009), es necesario: 
  1. Mejorar la atención materno-infantil.
  2. Ofrecer servicios de planificación familiar de alta calidad, y de atención a los problemas de infertilidad.
  3. Eliminar los abortos peligrosos.
  4. Combatir las enfermedades sexualmente transmisibles, en particular el VIH/SIDA y otras afecciones reproductivas-ginecológicas, así como el cáncer de cuello uterino.
  5. Promover la educación sexual integral para la salud sexual.
Así, la salud mental se refleja en la posibilidad de desarrollar la competencia de las personas y las comunidades, permitiéndoles alcanzar sus propios objetivos, en tanto que la salud sexual se aprecia en la vivencia positiva, saludable, responsable y satisfactoria de la sexualidad.

El estrés desde hace muchos años, ha sido reconocido como un factor que deteriora la salud mental y la salud sexual. De allí el interés científico y colectivo sobre el estudio y manejo del mismo, en tanto que se halla inmerso en las relaciones humanas familiares, académicas, laborales, sentimentales, sexuales y sociales en general. 

Existen distintos instrumentos para identificar los agentes estresores, entre los más significativos en torno a este tema, están: muerte de cónyuge, divorcio, separación, matrimonio, reconciliación, embarazo, dificultades sexuales, nacimiento de un/a hijo/a y discordia de pareja. A su vez: condena judicial, muerte de un familiar, enfermedad o dolencia, despido laboral, jubilación, cambio de negocio o trabajo, entre otros (Holmes y Rahe, 1967). 

Sobre estos agentes o situaciones, las personas según sus valores, metas y creencias, otorgan significados psicológicos que ocasionan reacciones de estrés o emociones estresantes, las cuales varían en función de si se perciben los acontecimientos como dañinos, amenazadores o desafiantes. 
La efectividad del manejo del estrés, dependerá de cómo cada persona evalúe la relación entre: (a) las demandas  ambientales o presiones externas y, (b) sus recursos personales o autoconfianza para hacerles frente. Como expresa Lazarus (1999), integrando estrategias cognitivos-conductuales para afrontar aquellas demandas valoradas como excesivas para los propios recursos, con el objetivo de lograr su:  solución, eliminación, reducción de sus efectos.  

La persona que desconfía de sus capacidades para manejar efectivamente el mundo que le rodea, es más propensa a experimentar ansiedad como una emoción del estrés. Y si se enfrenta a demandas que son superiores a sus recursos personales, entonces vivirá un trauma y en consecuencia pánico, desesperanza y depresión

En el afrontamiento inefectivo del estrés, se ha descrito la influencia de dos patrones de personalidad característicos de las personas (Robles y Peralta, 2009; Riso 2008): 
  • Las personas con patrón tipo A: con adicción al futuro, competitividad, impaciencia, sobre-control, preocupación y hostilidad; suelen percibir como amenazadoras situaciones que en realidad no lo son y, dada la continua ansiedad como una emoción del estrés, corren mayor riesgo para enfermedades cardio-vasculares y cerebro-vasculares. 
  • Las personas con patrón tipo C: con apego al pasado, dependencia emocional, pasividad, inasertividad e indefensión; suelen anular sus derechos en perjuicio propio, viviendo más intensamente el estrés y sus efectos, especialmente culpa y depresión con mayor riesgo de afectación del sistema inmunológico y el desarrollo de enfermedades de tipo infeccioso y cáncer. 
La interdependencia entre los trastornos mentales y las alteraciones sexuales, se ha evidenciado en los casos clínicos estudiados en psicología, sexología, psiquiatría y psicofarmacología. En personas con trastornos de ansiedad y trastorno depresivo mayor, se ha observado el desarrollo de disfunción sexual. Asimismo, en personas expuestas a abuso sexual en la infancia, se ha encontrado una mayor vulnerabilidad de desarrollo de depresión, como consecuencia de verse expuestas a nuevas situaciones vitales de estrés, en la vida adulta (Stahl, 2013).

Ambos trastornos, de ansiedad y depresión, comparten síntomas como alteraciones del sueño, fatiga, dificultades de concentración y nerviosismo; conllevando la coexistencia de otros problemas de salud mental como: abuso de sustancias, trastornos del dolor, trastorno de déficit de atención con hiperactividad, entre otros. 

Tales padecimientos en sí mismos, como los posibles efectos adversos de sus tratamientos farmacológicos, interfieren a su vez en la salud sexual en particular, y en la salud general. Definida ésta última por la Organización Mundial de la Salud (1946) como: 
El estado de completo bienestar físico, mental, espiritual, emocional y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.
Para el logro y disfrute de dicho estado de bienestar pleno, es importante tomar conciencia y acción, para identificar ¿a cuáles situaciones de estrés nos encontramos expuestos/as?, ¿cómo evaluamos o asumimos tales situaciones?, ¿con cuáles recursos personales las manejamos o afrontamos? 
Recuerden que:
Como personas en #SexPsiEquilibrio lejos de pretender negar o evadir el hecho de que una situación supere los recursos para resolverla, es importante buscar ayuda profesional para  aprender o fortalecer las habilidades necesarias para manejar el estrés, realzar la  salud mental, la salud sexual, y con ello, el disfrute cabal de la salud y el bienestar general!

Cuéntenme sus inquietudes!!! Una nueva entrada, les brindará más información y clarificación. En conjunto, alimentaremos este sitio para provecho de todas y todos... 

idhalyguzman@grupoambos.com


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